El Portmany no pudo prolongar su respiro. Tras la alegría del triunfo ante el Binissalem en Sant Antoni, el equipo de Paniza volvió a tropezar lejos de casa, esta vez en el campo del Mercadal, donde cayó por 2-0 en un encuentro espeso, marcado por la expulsión de Pau Ferrer y por la falta de acierto en los momentos clave.
El duelo empezó con cierta igualdad, con un Portmany que trató de mantener el pulso en un escenario siempre incómodo. Los ibicencos se mostraron serios en defensa durante la primera mitad, pero el partido se torció al poco de reanudarse. En el minuto 50, un penalti transformado por Sergio Martínez rompió el equilibrio y desató los nervios visitantes.
A partir de ahí, todo fue cuesta arriba. La doble amarilla a Pau Ferrer en el 59 dejó al conjunto pitiuso con uno menos y con el marcador en contra, una combinación letal para sus aspiraciones. Paniza movió el banquillo, buscó aire fresco y carácter ofensivo, pero la suerte volvió a darle la espalda. En el 77, un infortunado despeje de Meissa acabó dentro de la portería de su propio equipo, poniendo la sentencia en un encuentro que ya tenía color local.
El Portmany lo intentó hasta el final, pero sin claridad ni fortuna. La entrega fue indiscutible, aunque el resultado vuelve a dejar al equipo anclado en la zona baja, con apenas tres puntos y cuatro derrotas que empiezan a pesar.
Ahora toca reaccionar. La próxima jornada traerá al líder, el Manacor, al Municipal de Sant Antoni, una cita de esas que miden el carácter de un vestuario. Si el Portmany logra transformar la rabia de esta derrota en energía competitiva, el duelo puede ser el punto de inflexión que tanto necesita para levantar el vuelo en una Tercera RFEF balear que no perdona ni un titubeo.




















































































