El Nou Camp d’Inca volvió a dictar sentencia. La Peña Deportiva, que llegaba lanzada y con la moral por las nubes, mordió el polvo por primera vez en la temporada. Bastó un único zarpazo del Constància para dejar los tres puntos en casa: Ramis, en el 72’, firmó el tanto que acabó decidiendo un pulso intenso, de los que se ganan más con garra que con fútbol.
El choque tuvo de todo menos ocasiones claras. Primer acto muy cerrado, con respeto mutuo y pocas alegrías en las áreas. La Peña intentaba mandar con la pelota, pero sin profundidad; el Constància, paciente, esperaba su momento atrás, con la red bien tejida en defensa. Ni unos ni otros lograban romper el equilibrio.
Tras el descanso, el guion cambió de golpe. La Peña adelantó líneas, empujó con más decisión y rozó el área rival con mayor frecuencia. Pero el fútbol tiene esas ironías: cuando más apretaban los ibicencos, llegó el mazazo. Centro lateral, duda en el despeje y Ramis, atento, cazó el balón para fusilar a placer.
A partir de ahí, partido nuevo. El Constància se encerró, puso el candado y se aferró al resultado. La Peña lo intentó con todo, adelantando efectivos y cargando el área, pero le faltó ese último pase, esa claridad en los metros decisivos. Empuje sin premio.
El pitido final dejó dos lecturas claras: el Constància sabe sufrir y aprovechar su oportunidad; la Peña, en cambio, se fue con la sensación amarga de haber hecho méritos para más, pero sin puntería. Primera derrota del curso para los de Santa Eulària y aviso para navegantes: en esta liga nadie regala nada.
