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0-1. Pintan bastos

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La Peña Deportiva se ha complicado mucho la vida este mediodía después de perder en casa ante el Badalona (0-1) en un partido clave en su lucha por eludir los puestos de descenso. El equipo de Dani Mori suma 24 puntos y la salvación se encuentra ahora a 6, una distancia que no es insalvable, pero si no se suma de tres en tres será complicado salir a flote cuando restan once fechas para la conclusión del campeonato. Por lo tanto, el conjunto blanco, que visita la jornada que viene el campo del colista Deportivo Aragón, esta obligado a ganar con urgencia para alejarse de la zona peligrosa de la tabla clasificatoria.

noudiari.es La Peña Deportiva ha patinado en casa ante el Badalona y ha visto cómo el calendario descuenta otra jornada sin que haya sido capaz de puntuar. En un partido típico de cero a cero, en el que los dos protagonistas han mostrado un respeto excesivo el uno hacia el otro, la mala suerte ha vuelto a jugar una mala pasada al equipo de Sant Eulària, que se ha marcado en propia puerta el único tanto que ha subido al marcador.

La jugada fatídica ha llegado en el minuto 38, cuando Marcos ha cabeceado a gol en su propia portería. Una jugada desafortunada que le ha costado el partido su equipo, una Peña Deportiva que a pesar de la mejoría experimentada en la segunda vuelta sigue siendo rehén de un mal inicio de campeonato. El cuadro que entrena Dani Mori ha vuelto a la penúltima posición de la tabla, donde, con 24 puntos, está a dos victoria de la salvación a falta de once jornadas para el final.

La Peña ha trabajado en el terreno de juego para equilibrar de nuevo el marcador en la segunda parte y salvar al menos un punto, pero su rival le ha cerrado perfectamente el camino del gol y sus intentos por batir la meta ajena han caído en saco roto. Tiene ahora el conjunto una complicada papeleta, aunque la jornada que viene visita un campo propicio para reencontrarse con la victoria, el del colista, el Deportivo Aragón, el único equipo que tiene por detrás en la clasificación.

El duelo ante el conjunto maño se presenta como una final de la que puede salir reforzado o quedar definitivamente descartado para la permanencia en una categoría en la que la lucha por salvar el tipo se aprieta por momentos y en la que hay hasta ocho equipos implicados de forma directa en este momento de la campaña. No lo tienen nada fácil los peñistas, pero todavía quedan esperanzas.

Al equipo se le ve más centrado en su trabajo que en la primera vuelta y los refuerzos llegados en el mercado de invierno le ha hecho más fuerte, con lo que si es capaz de mantener la cabeza fría y no caer en el desánimo podrá alargar su esperanza de vida hasta las últimas jornadas, en las que se prevé una lucha sin cuartel por mantener la categoría en el exigente Grupo III de Segunda División B.

3-1. El líder del líder

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Cuando tienes un jugador en el equipo de la talla de Cirio todo es mucho más fácil, aunque se ponga las cosas feas a las primeras de cambio. El Ibiza, como le ocurriera la semana pasada en el campo del Son Cladera, tuvo que volver a arremangarse para darle la vuelta al partido ante el Santa Catalina, que se adelantó en el marcador para sorpresa de todos, pero es tan exagerado el potencial futbolístico del delantero y máximo goleador del plantel que de sus botas volvió a gestarse una épica remontada. El killer unionista, en el 69, logró el gol que ponía por delante en el marcador a los de Toni Amor ante el delirio de la afición celeste, que en los últimos coletazos del choque también festejó el golazo, de vaselina, del otro crack de la escuadra, un Cristian Terán que de no haber sido por la madera hubiera acabado con algún chicharro más en su cuenta particular. Destacar el debut en Tercera División del juvenil Jorge, que jugó unos minutos tras ingresar en el campo por Mateu Ferrer. El Ibiza se afianza en el liderato y da un pasito más en su objetivo de conseguir el ascenso a Segunda División B.

noudiari.es La UD Ibiza se ha visto obligada a remontar en casa ante el Santa Catalina un partido que empezó perdiendo a las primeras de cambio con un gol en propia meta. Con el marcador a favor, los mallorquines se sintieron cómodos sobre el terreno de juego. Se protegieron atrás y dejaron la iniciativa a los de casa, que a pesar del dominio territorial no pudieron empatar antes del descanso, al que se llegó con 0-1.

Las ocasiones del Ibiza que no habían entrado en la primera parte lo hicieron en la segunda y los jugadores de Toni Amor no tardaron en darle la vuelta al marcador ante un Santa Catalina que poco pudo hacer para evitarlo. Al igual que se había adelantado, el Santa Catalina encajó el primer gol en propia puerta, tras un rechace del portero que un jugador introdujo en la red.

Corría el minuto 56 y con igualdad de nuevo en el marcador el cuadro de casa se fue decidido a por el segundo para amarrar los tres puntos y seguir comandando la Liga balear de Tercera División con un pequeño colchón de puntos sobre el segundo clasificado, el Mallorca B. Cirio fue el encargado de poner las cosas en su sitio y al Ibiza por delante en el luminoso en el minuto 69. Después, fue coser y cantar, porque su rival no tuvo mecanismos para irse arriba con garantías, aunque en una acción aislada puso en aprietos al meta local, que reaccionó con seguridad.

Sobre la bocina, Terán, que había estado toda la tarde buscando el gol y solo había hallado los palos, dio la puntilla al Santa Catalina para certificar la victoria de su equipo, un Ibiza que camina con paso firme hacia la consecución del título de campeón, su primer objetivo en una temporada en que se ha marcado el reto de subir a Segunda División B.

El patriarca de la calle Canarias (parte II)

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Para leer la primera parte haz click en este enlace

Pablo Sierra del Sol Trece años y siete temporadas en Segunda B después del ascenso con Moncho, el campo de la calle Canarias es demolido. En el solar, que ya no son las afueras sino el centro de la ciudad, se construye un parque y se levantan algunas edificios. Mientras se derrumba el campo, Alejo evita pasar por allí. Años después, cuando ya esté jubilado, seguirá evitando las calles que conducen al antiguo terreno de juego. Su hijo cuenta que, en cambio, la época inmediatamente anterior al derrumbe fue la mejor a nivel económico para la familia. Cuando al Ibiza empezó a atragantársele el balance de cuentas, aterrizó en Sa Deportiva un francés de apellido italiano llamado Calixto Bragantini. Era un magnate en una época, finales de los ochenta, donde los clubes del fútbol español, acuciados por las deudas, empezaron a prepararse para convertirse en sociedades anónimas. El Ibiza estaba a caballo entre la orilla del profesionalismo y la de las competiciones amateurs, y, con la esperanza de volver a Segunda B, se echó en los brazos de Bragantini, que había hecho fortuna produciendo cine porno. “Una de las primeras cosas que hizo Bragantini cuando empezó a poner dinero en el Ibiza fue llamar uno a uno a los empleados y subirles los sueldos. ¿Cuánto cobras, Alejo? Cincuenta mil pesetas, señor. Pues ahora ganarás cien mil, que era un sueldazo en ese momento”, dice Alejo, el hijo.

El patriarca, que ya está cerca de cumplir sesenta, invierte el aumento y parte de los ahorros en comprar un piso en el barrio de Cas Serres. Los Rodríguez abandonan Sa Penya –pero dejan su casa en alquiler y, así, cuenta Alejo, el hijo, la siguen manteniendo– y cambian la periferia de la parte vieja por el extrarradio de la zona nueva de la ciudad. El jardinero, que comienza a tener achaques, se centra en el Ibiza después de pasarse casi una década consiguiendo lo imposible: ser una especie de puente entre los dos clubes que peor se llevan en toda la isla: Sa Deportiva y, su máximo rival, el Hospitalet-Isla Blanca, el equipo originado en Dalt Vila que juega sus partidos en un campo situado cerca de la playa de ses Salines y que, durante unas cuantas temporadas, consigue tutearle al vecino rico en la Tercera balear. Juan Mesa, Labi, que fue futbolista del Hospitalet durante aquellos años cuenta que Alejo, al encargarse del mantenimiento en el campo de Isla Blanca, decidió regar un poco más de la cuenta: “El cabrón nos decía que nosotros éramos un equipo tan duro y físico que, o nos llenaba de barro el césped, o no sabíamos jugar a fútbol. Alejo era un tío directo que no se mordía la lengua con nadie. Honesto a más no poder y muy comprometido. Si no es imposible de explicar que los futbolistas del Hospitalet le tuviéramos tanto respeto cuando él era una institución en el Ibiza, con el que teníamos un pique tremendo”.

La particular manera de entender la diplomacia de Alejo la sufrió más de un presidente al que el jardinero le recordó en público que pagara los sueldos atrasados, dice su hijo mientras avanza la charla en Cas Serres. Los ochenta no fueron fáciles para Sa Deportiva. Competir en Segunda B cada vez resultaba menos viable y el club se fue endeudando. Las permanencias se conseguían de forma más ajustada. La campaña 83/84 llegó el primer descenso a Tercera. Antes, la plantilla se encerró en el vestuario en señal de protesta por los impagos que sufrían. Fue el principio del fin de los años dorados de la Sociedad Deportiva Ibiza, que militó durante cinco duras temporadas en Tercera. El ascenso de 1989 por la renuncia del Cala Millor (con el recordado Navarro en la portería ibicenca) fue un espejismo porque se descendió al curso siguiente. Entre tanto, asomaron los noventa, la situación económica empeoró todavía más y de los días de sueños y gloria quedaba poco más que el jardinero del club, que seguía trabajando sin descanso. Fue entonces cuando llegó el torrente de ilusión que anunciaron Calixto Bragantini y sus millones de pesetas. Pero como les pasa a todos los torrentes, el caudal fue tan intenso como poco duradero.

La 90/91 es la última temporada que se juega en la calle Canarias. Se tira la casa por la ventana contratando a jugadores de relumbrón (Albelda, Pancorbo, Ormaechea…) y a un entrenador de campanillas, Julián Rubio, pero la fórmula no da el resultado deseado. El Ibiza se estrella en el playoff de ascenso mientras se despide de la que fue su casa durante casi cuarenta años. Alejo ve desde la banda cómo se termina el fútbol que él entiende, el que no conoce la tele de cable ni muchos menos internet, el que empuja, por falta de posibilidades, al aficionado a ver mucho juego en directo y a hacerse hincha del equipo que les queda más cerca. El fútbol en el que el Ibiza tenía peñas fuera de la ciudad, grupos de aficionados que bajaban de los pueblos para ver los partidos del domingo por la tarde cuando se jugaba como local o que comentaban el lunes alrededor del diario el resultado del equipo cuando aquella jornada había tocado saltar al campo del Alcoyano, el Hércules o el Girona. En menos de lo que canta un gallo, Alejo ve convertirse en cascotes el modesto estadio en el que ha hecho de todo a lo largo de tantos años.

La nueva guardia del Ibiza, Can Misses, quiere ser un campo digno del fútbol profesional, de esa Segunda A a la que Bragantini ha prometido llevar al club en el plazo de cinco años. Aunque la ciudad ha crecido mucho, el estadio, de propiedad municipal, está totalmente fuera del casco urbano. Se levanta una grada enorme (capacidad para 4.500 espectadores) para lo que estaban acostumbrados los aficionados ibicencos y se pasa del césped natural, caro de mantener y de firme irregular, a una superficie sintética. Alejo celebra desde la grada el tercer y último ascenso a Segunda B –con una goleada por 8-0 al Santomera en el nuevo Can Misses que todavía sigue dando de que hablar más de veinticinco años después– porque sabe que el fútbol moderno no tiene sitio para él. A punto de cumplir los sesenta, el jardinero ha colgado el rastrillo al principio de la temporada 91/92, la del cambio de estadio. Cinco años después de su marcha del Ibiza, el club de sus amores se refundará fusionándose con otros equipos de la ciudad para evitar su desaparición. Pero esa es otra historia que merece capítulo aparte y que Alejo nunca llegará a comprender del todo.

Alejo posa con un futbolista de la SD Ibiza en el desaparecido campo de la calle Canarias.
Alejo posa con un futbolista de la SD Ibiza en el desaparecido campo de la calle Canarias.

A Alejo, el hijo, le gusta contar que su padre echó una vez una pachanga con Paolo Rossi “poco después de que fuera el pichichi en el Mundial de España”. “En aquellos años”, dice el hijo del jardinero, “pasaban muchos equipos por la isla y ya venían varios de los futbolistas más famosos del mundo a pasar sus vacaciones por aquí. No era raro que se organizaran partidillos. Mi padre se solía meter a jugarlos”. En una de esas tardes de verano conoció a Ángel Nieto, entonces en la cima de su carrera como piloto de motociclismo. El piloto de Vallecas tenía un problema: le faltaban unas botas para poder echar el partidillo con los amigos y, entre los jugadores que tenía el Ibiza no había ninguno que calzara un número tan diminuto como Nieto. “Cómo se nota que para ser bueno con los motos hay que ser un canijo”, explica Alejo, mientras su padre sigue mudo pero sonriente. “Aquí al figura de mi padre no se le ocurrió otra cosa que decirle a todo un campeón del mundo como el que tenía delante: ‘No te preocupes, yo te consigo unas botas’. Cogió un modelo de niño y se lo dio a Nieto: eran las únicas zapatillas de la talla 35 que podía encontrar en el campo”.

Esa misma socarronería la utilizaba en el día a día para tratar con los futbolistas. Alejo no solamente se encargaba del material. Terminaba siendo una especie de psicólogo no titulado, igual que les ocurría –y les sigue ocurriendo– a muchos personajes anónimos de este deporte: utilleros, delegados, encargados de mantenimiento, responsables de material… Con los protagonistas que acaparan los focos del espectáculo, Alejo estableció vínculos fuertes. Solamente entonces, más de una hora después de haber empezado a hablar con su hijo, el padre abrirá la boca.

Papa, ¿cuál es el mejor futbolista que tu viste en el campo?

–Sevillano… Vega… Arabí… Pepillo…

José Gómez, Pepillo, fue un líbero insustituible en Sa Deportiva entre 1971 y 1985. Llegó jovencísimo al club y nunca quiso marcharse de la isla. Ni siquiera cuando el Castellón vino a tentarle, atraído por el buen rendimiento que el defensa estaba dando con la camiseta roja del Ibiza. Pepillo, que había venido de Sevilla, había abierto una carnicería que le permitió prosperar cuando se retiró del fútbol y se había casado con Lina Ribas, una ibicenca que se había criado muy cerca de la familia de Alejo. Pepa, la mujer del gitano, solía ir a comprar a la tienda que tenía la familia de Lina, donde se abastecían muchos habitantes del barrio de pescadores. “Los primeros recuerdos que tengo de Alejo son precisamente de sa Penya. Él aún no había venido al Ibiza, que tuvo otros encargados de mantenimiento como Marianet o Ramis antes de que llegara Alejo. Yo llevaba poco tiempo en la isla, pero subía a menudo a ver a Lina, que ya éramos novios. Ir por aquellas calles y no conocer a Alejo era imposible. Como casi todos los primeros gitanos que vinieron a Ibiza, él era un personaje que no paraba quieto ni un momento. Andaba haciendo cosas todo el tiempo y, aunque lleva años jubilado, sé bien que no sabe estarse quieto. Hasta hace poco no se bajaba de su moto. Sus hijos no le dejaban y le hacían todas las jugarretas posibles. Pero daba igual que le deshincharan las ruedas o le escondieran las llaves: Alejo se las terminaba apañando para arrancar la moto y buscarse sus historias”, dice Pepillo.

Curiosamente, Lina y él y los Alejo se vuelven a encontrar, esta vez, en Cas Serres, donde ella trabaja de enfermera y Antonia, una de las hijas del gitano, regenta un bar donde Pepillo desayuna muchos días y por el que pululan los diez hijos del antiguo jardinero. “Así me voy enterando de cómo está el Alejo. A veces, cuando baja de su casa, también me lo encuentro. Me alegra mucho verle porque ante todo siempre fue muy buena gente”, explica Pepillo. “Para mi padre, Pepillo, fue algo más que uno de los mejores futbolistas de aquel Ibiza mítico. Siempre le quiso mucho. Seguramente, al que más junto a Navarro, el portero”, precisa Alejo.

–¿Y de Navarro te acuerdas, papa?

Al escuchar el apellido del guardameta y ubicarlo en su memoria, a Alejo se le humedecen los ojos. La muerte de Navarro, cuando tenía apenas 38 años, fue un mazazo para quienes habían convivido con aquel chico que se ganó la titularidad con el Ibiza cuando era apenas un chaval y que después acarició el sueño de llegar a la élite al subir a Segunda con el Villarreal, un club en el que dejó huella y al que luego surtió de canteranos de la isla después de aparcar los guantes y ponerse a entrenar.

Uno de los compañeros de Navarro en el Ibiza que estuvo en Segunda B en la temporada 89/90 fue Feliciano Casanova, otro de los futbolistas favoritos de Alejo el viejo. En su casa, donde sigue viviendo desde que se quedó viudo, guarda una fotografía en la que el defensa, uno de los cinco futbolistas ibicencos que han jugado en Primera División, aparece cubriendo a Diego Armando Maradona.

–En cuanto Feliciano debutó con el Cádiz en Liga en el Sánchez Pizjuán se la mandó a mi padre porque, para él, igual que les pasaba a otros muchos, era casi como de la familia. Y la familia, para mi padre, siempre ha sido lo más sagrado.

Alejo tenía el campo de fútbol con los chorros del oro. En la imagen, revisa el estado de la red de una de las porterías.
Alejo tenía el campo de fútbol con los chorros del oro. En la imagen, revisa el estado de la red de una de las porterías.

Que nada le importaba más a Alejo que su sangre se enteró bien Valero, un futbolista que el Ibiza fichó en la década de los setenta y que tenía experiencia en un club grande como el Sevilla. Valero, dice el sexto vástago del jardinero, se cagó un día en sus muertos después de recibir una toalla que no estaba seca del todo. Con la blasfemia desató la caja de Pandora. Al gitano que cortaba el césped de la calle Canarias le podías mentar cualquier cosa menos los ancestros que se habían ido a la tumba. Como pasaría mucho tiempo después en el vestuario del Manchester United, cuando sir Alex Ferguson hizo puntería con la ceja de David Beckham, a Alejo Rodríguez no se le ocurrió otra cosa que lanzarle una bota al futbolista, al que no acertó por poco. A Valero rápidamente le cogieron por banda dos compañeros y le pidieron que se disculpara rápidamente, que a Alejo esas cosas no se le podían decir. No le libraron, en cambio, del sartenazo que le arreó Pepa La Folla, la mujer de Alejo, su reverso, la esposa que le acompañó durante más de sesenta años. Pepa convenció a su marido para que hiciera las paces con Valero y arregló la situación.

“Mi madre lo arreglaba todo. Era el pilar de esta familia. Aunque estuviera siempre en segundo plano, en cierta manera fue una persona muy importante para el Ibiza”, dice Alejo. Su madre era mucho más que la mujer que vendía bolsas de pipas y patatas los días de partido. Todos los mediodías solía trajinar un puchero o una fiambrera de una punta a otra de la ciudad para llevarle el almuerzo a su marido. Más de una vez, los jugadores que llevaban poco tiempo en la isla acababan comiendo también de lo que guisaba Pepa. “Allí comíamos todos, los del Ibiza y los del Hospitalet, porque si algo tenía aquel matrimonio es que sabía sentar en su mesa a ricos y a pobres”, recuerda Labi, añorando los chorizos, las tocinetas y los pucheros que humeaban en el refugio que se habían construido Pepa y Alejo junto al cuartillo del material, “al laíco de las lavadoras”. “Solo así es posible”, sigue Labi, “que a Alejo le quisieran por igual los Matutes, los Verdera, los Miró, las familias de toda la vida que fueron pasando por la directiva del Ibiza, como los peninsulares que acabábamos de llegar a la isla e intentábamos ganarnos la vida. Por encima de todo, fue un trabajador nato. Pocos han hecho tanto y con tan poco ruido por el fútbol de Ibiza como él. La Pepa era su pareja perfecta, la que mandaba realmente en esa casa, que estaba llena de chavales. Además de sus diez hijos, en la puerta de la casa de La Folla siempre había niños correteando o pegándole patadas a un balón. El afecto con los Alejo, como se conoce a la familia en la isla, era fuerte. Labi lo corrobora:

–Yo me considero un hijo más de Alejo y la Pepa. Esa gente te cuidaba, se preocupaba por ti, te ponía un plato de comida en su mesa y, sobre todo, te quería a matar.

A cambio, Alejo aguantaba las bromas de unos chavales que lo adoraban como si fueran sangre de su sangre. Más de una vez, el jardinero se acordó de la madre que trajo al mundo a Labi, Parrita y tres gitanos: los hermanos Moreno, Miguel y Antonio, y otro al que apodaban El Capi y que según explica Labi era una futbolista magnífico. La cuadrilla andaba siempre robándole el paquete de cigarros o escondiéndole la moto al jardinero. Labi dice que esa moto, con la que Alejo se recorrió Ibiza de punta a punta, cargado hasta arriba de cosas, es la prueba de que el patriarca tiene “siete vírgenes gitanas que cuidan por él”. Nunca llevó casco y alguna vez condujo “a oscuras por la noche porque se le había fundido una luz y nunca le pasó nada”.

Alejo fue y es una persona muy querida en el mundillo del fútbol de Ibiza.
Alejo fue y es una persona muy querida en el mundillo del fútbol de Ibiza.

Para casi todo el mundo, Pepa, que como su marido también se apellidaba Rodríguez, era La Folla, apodo recibido de su padre, un gitano de Baza. A su localidad natal se fue Alejo a buscarla, cuando Pepa era apenas una niña. Se casaron, costumbres de la época, cuando ella tenía solamente catorce años y nunca se separaron. Si hacía falta una mano en el tajo, la mujer movilizaba a sus diez críos para que ayudaran. Todos acabaron haciendo de todo para echarle un cable a su padre. Simón, el pequeño de los hermanos, era quien limpiaba las botas de los futbolistas. A Pepillo, un día, se le ocurrió apodarle Peseta, la propina que se le solía dar a los limpiabotas que a mediados de siglo se dejaban ver frecuentemente por las grandes ciudades españolas, y con ese sobrenombre se quedó Simón. Cuando Alejo habla con su hermano David, que se ha unido a la conversación, y aparece el chico de la familia en la charla, se refieren a él por Peseta y no les cuesta demasiado esfuerzo recordarlo dándole patadas a una pelota, de muy niño, en la Plaza Nueva cerca de donde vivían. Alejo dice que fue el único de la familia que pudo dedicarse al fútbol:

–La mayoría de los hermanos hemos sido futboleros y nos ha gustado jugar de vez en cuando, dos fueron árbitros y otros hemos entrenado equipitos de fútbol sala o fútbol siete, pero Simón fue el único que tenía realmente talento. Podría haberse convertido en futbolista. De chaval, salía de la escuela, se jalaba un bocadillo de aceitunas con picante y se ponía a jugar al fútbol. Francis, que es uno de los mejores futbolistas que han salido de la cantera del Portmany, cuando fichó por el Ibiza, le enseñó a manejar las dos piernas. Eso hacía a mi hermano diferente y por eso muchos le consideraban una promesa.

Y así se plantó el Peseta en juveniles, la edad en la que se criba el grano de la paja. Jugando con la camiseta del Ibiza Atlético, un rival le partió la tibia y el peroné. Los médicos le dijeron que, si todo iba bien, podría andar sin dificultades, pero que se olvidara de jugar al fútbol.

El campo de fútbol de la calle Canarias siempre se llenaba de espectadores cuando jugaba la SD Ibiza. En la imagen puede apreciarse el ambientazo que se respiraba alrededor del terreno de juego, de hierba natural.
El campo de fútbol de la calle Canarias siempre se llenaba de espectadores cuando jugaba la SD Ibiza. En la imagen puede apreciarse el ambientazo que se respiraba alrededor del terreno de juego, de hierba natural.

Los Rodríguez han pasado por muchos contratiempos. Alejo explica que su hermana mayor, que como su hermana Antonia también regenta un bar, perdió a un hijo hace unos años y que, para evitar que la herida sangre más de la cuenta, evita las reuniones en Navidad. Sin embargo, Alejo y su hermano David dicen que hacer piña es lo que les ha ayudado a todos los hermanos a ir capeando los temporales que la vida les ha puesto por delante. El último, la falta de la madre, que murió hace tres años. Lo cuentan poco después de que el patriarca se haya levantado de su silla –el sol ya ha caído tras los tejados de Cas Serres y su rostro está iluminado ahora por la luz eléctrica de la cafetería–, se haya despedido muy ceremonialmente de los extraños que hemos estado casi dos horas preguntando a su parentela sobre las idas y venidas de los ochenta y tres años que ha vivido y haya salido del bar a pasos lentos. Vive solo, pero come en casa de una de sus hijas. Los domingos suele tener jaleo. No hay domingo en que los Rodríguez no se junten para comer. Nunca están todos pero siempre son muchos. En fechas señaladas pueden llegar a ser más de treinta. Cuando La Folla ejercía su matriarcado de afectos y mediaciones, pocos en la familia fallaban. Los pucheros o las paellas que preparaba la madre eran inmensos, como cuando alimentó a la plantilla del Ibiza en aquel encierro de 1984, que antecedió al de enero de 1993, ya sin Alejo en el club y con Roberto Puerto en el banquillo. El Ibiza pudo acabar aquella temporada undécimo en el grupo III de Segunda B. El mejor puesto histórico en la categoría de bronce no sirvió de nada porque Sa Deportiva acabó descendiendo y desapareciendo cinco años después, arrastrado por unas deudas que Bragantini nunca fue capaz de cubrir porque fue detenido en París y acusado de fraude fiscal por la Hacienda francesa el mismo año en el que acabaron los días de vino y rosas para el Ibiza. Alejo ya llevaba más de un año retirado. Había empezado a disfrutar de unos nietos que ya habían empezado a nacer porque la mayoría de sus hijos (no Alejo, que se casó con 29 años después de aguantar durante una década la presión extrema de su madre para que encontrara esposa) no esperaron demasiado para convertir en abuelos a sus padres.

“Ahí donde lo ves, mi padre tiene dieciocho nietos y ocho bisnietos ya. Súmaselo a los diez hijos, que seguimos todos aquí, e imagínate cómo puede ser un cumpleaños, un bautizo o una boda en nuestra casa”, dice Alejo. “Además”, añade a continuación, “todos tenemos la suerte de ser familia de mis padres. Mira que ha pasado el tiempo, pero tú sigues diciendo por la isla que eres hijo o nieto de Alejo y te abren muchísimas puertas. Muchísima gente nos sigue parando por la calle para contarnos alguna anécdota que le ocurriera con él. Mi padre tenía tan poca vergüenza que le hablaba por igual al que tenía mucho que al que tenía poco y se ganó la confianza de la gente que tenía dinero e iba pasando por la directiva del Ibiza. Eso nos ha venido muy bien para encontrar trabajo y para salir de algún lío en el que nos metimos los más gamberros cuando éramos jóvenes. Aunque todos hemos intentado respetar la frase preferido del viejo: ‘Si un hombre es un señor, sus hijos tienen que ser también señores’”. Con esa sentencia, Alejo se preocupó de que sus hijos, pese a que presuman de ser muy gitanos, le llevaran la contraria todo lo posible al prejuicio racista que pesa sobre el pueblo del carro y la rueda y que recoge, no sin polémica, la Real Academia de la Lengua Española cuando afirma que la palabra gitano es sinónimo de trapacero, o el “que con astucias, falsedades y mentiras procura engañar a alguien en un asunto”.

Una de las plantillas de la SD Ibiza. Alejo está sentado a la izquierda de la imagen.
Una de las plantillas de la SD Ibiza. Alejo está sentado a la izquierda de la imagen.

Hace años que Alejo Rodríguez no se aclara con el Ibiza. Primero, fue testigo lejano de su primera desaparición. Y de la aparición sucesiva de muchos clubes que reivindican el espíritu de Sa Deportiva. Un día fue muy angustiado a los hijos porque se había enterado de que había cinco equipos que decían ser el Ibiza para el que él trabajó tantos años. ¿Pero cómo es esto posible, si Ibiza solamente hay uno?, se preguntaba. “Mi padre lo tiene claro: para que un club quiera ser el Ibiza tiene que llevar camiseta roja y un castillo en el escudo. Y como él lo piensa mucha gente, lo malo es que son antiguos socios, ya muy mayores, y poco a poco va desapareciendo esa generación”, dice el albacea de su memoria, testigo de un tiempo que ya se fue y al que de alguna forma intentan vincularse todas las escuadras que se han presentado como las herederas del legado de aquel club que rozó el ascenso a Segunda A en 1967 (las crónicas hablan de una eliminatoria perdida por muy poco contra el Club Deportivo Lugo).

El Club Deportivo Ibiza –en los años en los que Pepe Vidal fue presidente, igual que su padre, Cosme, lo fue muchas décadas antes de Sa Deportiva– le homenajeó hace un tiempo, un reconocimiento que aceptó a regañadientes un Alejo Rodríguez que sabe que no volverá a sentarse nunca más en la grada de Can Misses, un campo en el que nunca se sintió cómodo, el signo de que los tiempos que él conoció nunca volverán, un verde artificial al que se le lanza caucho en vez de semillas. Junto a la de Pepa, para Alejo no hay nostalgia más dulce que la del campo de la calle Canarias, el césped del que él una vez fue patriarca.

Il Divo

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Fernando Liñán, el 6 del Ibiza, llegó a Can Misses en el mercado de invierno procedente del Formentera con la etiqueta de crack. No en vano, es uno de los mejores pivotes defensivos de la Segunda División B. El granadino se ha ganado un puesto en el equipo inicial, convirtiéndose en un hombre clave en el dibujo del técnico Toni Amor. Tras participar en 5 partidos de Liga, 3 como titular, el centrocampista acumula dos goles con los unionistas, demostrando que, pese a su posición en el campo, no pierde de vista la portería rival, sobre todo en las jugadas de estrategia. “No soy un jugador de marcar muchos goles, pero si ayudan al equipo, bienvenidos sean”, ha asegurado el futbolista, que ve al equipo muy fuerte. “Hay equipo suficiente para quedar campeones”, ha afirmado el mediocentro. No te pierdas las impresiones de Il Divo en rueda de prensa (vídeo).

Rock en el ‘Gigante’

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Que el Inter Ibiza levanta pasiones no lo puede poner en duda nadie a estas alturas. El club que preside Carlos Fourcade cuenta con miles de seguidores, en la isla y en Argentina y no es raro ver caras nuevas los domingos en las gradas de Can Cantó. Uno de estos aficionados atraídos por la buena onda que desprende el plantel gualdiazul es el argentino Marcyal Acosta Muschietti, que la pasada jornada, ante el Ciudad de Ibiza, fue a alentar al equipo por primera vez. Las sensaciones con las que salió del estadio este artista fueron muy buenas y no dudó en componer un tema a modo de himno para expresar lo que sintió celebrando los goles del Tanque y de Rony en el ‘Gigante’, como llaman los hinchas interistas al campo de fútbol de Vila. Esta es la canción del nuevo rockero del Inter.

Zancada del Ibiza

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Mejor no le pueden ir las cosas al Ibiza cuando se han disputado 26 jornadas de Liga. Y es que el equipo de Toni Amor, por primera vez, lidera la tabla clasificatoria en solitario a 4 puntos del segundo clasificado, un Mallorca B que ha pinchado este fin de semana en el campo del Santanyí (1-1). La pelea que mantienen ibicencos y mallorquines desde prácticamente el inicio del campeonato por hacerse con el primer puesto de la tabla se está decantando, de momento, por los unionistas, quienes están dando muestras de una mayor fiabilildad. No en vano, los de Can Misses, en las últimas 10 fechas, han ganado 9 partidos, empatando uno (0-0), mientras que el plantel bermellón, en los mismos enfrentamientos, se ha dejado más puntos por el camino después de perder en dos ocasiones y firmar tablas en un par de compromisos. El conjunto de Vila, que suma 63 puntos, da un salto hacia la gloria y pone tierra de por medio respecto a su más directo rival en el objetivo de cantar el alirón y jugar la fase de ascenso como campeón de grupo. Zancada del Ibiza.

Jonan García, presunto cabecilla de una red criminal dedicada al amaño de partidos

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Jonan García, en su presentación con el Ibiza en la temporada 2008-2009.

noudiari.es El vasco Jonan García, exjugador de la Sociedad Deportiva Ibiza-Eivissa, ha sido arrestado en Argentona (Barcelona) por la Policía Nacional dentro de una macro operación contra una organización criminal dedicada al amaño de partidos de fútbol en Segunda División B y Tercera. García, de 35 años, es presuntamente uno de los cabecillas de la trama, según ha adelantado este lunes el diario AS.

Hasta el momento, los agentes de la Unidad de Delitos Especializados y Violentos (UDEV) de la Policía han llevado a cabo 24 detenciones y han registrado domicilias en las provincias de Barcelona, Albacete y Badajoz, aunque la operación sigue abierta.

Jonan García llegó a las filas del club ibicenco en el año 2008 procedente del Aris Salónica griego. La temporada siguiente dejó la entidad isleña y defendió la elástica del Huesca. El detenido, además, pasó por equipos tan importantes como el Athletic Club, Alavés o Lleida y llegó a debutar en Primera División.

La orgía del gol

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La Regional Preferente ha vuelto a ofrecer una atractiva e interesante jornada, la séptima, a los cientos de aficionados que siguen con pasión y fervor a sus equipos. Y una de las hinchadas que ha podido disfrutar como no hacía desde hace un tiempo es la del Puig d’en Valls, que ha festejado por todo lo alto el triunfo de sus futbolistas frente al Luchador (1-4). Los pistachos encadenaban cuatro derrotas consecutivas y han puesto fin a su mala dinámica de resultados con una contundente goleada en el feudo del colista, que sigue sin puntuar esta temporada. Pedro Vargas, Marcos Vidal y Sixto, con un doblete, han sido los verdugos del plantel sanantoniense, que maquilló el resultado con el tanto de Mounir. Ficha Técnica

También el líder CD Ibiza ha brindado este fin de semana un triunfo de padre y muy señor mío a sus seguidores. Los deportivistas le están cogiendo mucho gusto a mandar en solitario la clasificación y no están dispuestos perder este privilegio, por lo que han saltado al terreno de juego del Santa Gertrudis como aviones (1-7). La escuadra de Toni Palau afrontaba el partido con mucha ilusión después de sus últimas dos victorias, pero no han podido hacer nada ante el potencial de su rival y, sobre todo, ante la pegada de Winde, que firmó un póker de goles. El delantero senegalés sacó su rifle para llevar en volandas a su equipo, que sueña con jugar la fase de ascenso a Tercera División. Completaron la lluvia de chicharros Ramiro, Youssouf y Rommel. El plantel local anontó el tanto de la honrilla por mediación de Luis Iglesias, que superó a Paquito desde el punto de penalti. Ficha Técnica

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El Formentera B, por fin, ha vuelto a reencontrarse con la victoria después de cinco partidos seguidos mordiendo el polvo. El equipo de Edu Ortiz le ha metido media docena de goles a domicilio a un Sant Josep que no levanta cabeza y que ha certificado su tercera derrota consecutiva (0-6). El conjunto que entrena José Ramón Martínez ha acabado el encuentro con tres jugadores expulsados, circunstancia que ha aprovechado muy bien la formación rojinegra para llevarse el gato al agua. En el 35, Heredia vio la cartulina roja y un minuto después, su compañero Mayele también fue sancionado con la segunda tarjeta amarilla. Con dos futbolistas más en el campo, los de la Pitiusa menor, que ya ganaban 0-1 desde el minuto 4 con un gol de Isaac Moya, pusieron la sexta velocidad para sentenciar el encuentro. David Pose y Cristian Mancebo, con sendos dobletes y Elio Moya completaron la goleada ante un equipo naranja que también sufrió la expulsión de Jaime en el 89. Ficha Técnica

El que equipo que esta jornada ha logrado un triunfo de quilates ha sido el Portmany, que ha sorprendido en el Kiko Serra a un Sant Jordi al alza que acumulaba tres victorias consecutivas (1-2). El conjunto de Vicente Fernández no pierde de vista al líder y no está dispuesto a renunciar a la posibilidad de auparse a lo más alto de la tabla. Tuvo que ponerse el mono de trabajo el plantel sanantotiense para sumar los tres puntos en disputa ante un adversario sólido en defensa y peligroso en ataque que se adelantó en el marcador en el minuto 61 por mediación de Joaquín Castilla. Todo un jarro de agua fría que no congeló, ni mucho menos, al bloque rojillo, que tiró de casta para darle la vuelta al partido en menos de cinco minutos. Así, Newman igualó la contienda en el 77 y en el 81, Schickle desató la locura entre la parroquia visitante con un gol que dejó helado a un buen Sant Jordi para frustración de sus seguidores. Ficha Técnica

En Can Cantó, con un gran ambiente en sus gradas, se ha vivido un encuentro sumamente competido y emocionante hasta el final entre el Inter y el Ciudad de Ibiza, un derbi que se han llevado los gualdiazules por la mínima para alegría de su fiel y animosa afición (3-2). El equipo de Lolo Hernández y Carlos Fourcade, tras el pinchazo de la jornada anterior frente el CD Ibiza, estaba obligado a ganar para no descolgarse de la cabeza de la tabla e hizo los deberes, aunque tuvo que aplicarse mucho y bien para derrotar a un City que vendió muy cara la derrota. Tras unos primeros minutos de tanteo, golpearon primero los interistas por mediación del Tanque Michlig en el 24, pero Antonio, en el 30, igualó la contienda, metiendo a su equipo en un partido que no iba a ser un camino de rosas.

De hecho, Ronald noqueó al Ciudad de Ibiza antes del descanso (m. 37) para satisfacción de lo seguidores del Inter y del propio futbolista, uno de los mejores en el terreno de juego y que se encargó de dinamitar el partido tras el descanso con un gol de falta en el 63. El Inter encarrilaba el triunfo, pero la expulsión de Carlos por doble cartulina amarilla en el 66 dio alas al plantel de Lluis Tubau, que se lanzó al ataque en busca de la igualada. Logró el City recortar diferencias en el 89 con el gol de Erik Jimenez, pero ya no hubo tiempo para más y finalmente la victoria acabó celebrándola la escuadra gualdiazul, que tiró de oficio y pegada ante un adversario que trata bien el balón y lo hace circular con criterio, pero adoleció de la puntería que sí tuvo su oponente. Ficha Técnica

Resultados y clasificación

7-0. Ya están ahí

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De las crisis se sale con victorias y goles y esto es precisamente lo que ha hecho el Atlético Jesús para poner fin a una mala racha de cuatro partidos seguidos sin ganar. Las rojiblancas han pasado por encima del Interplà para darse un merecido homenaje junto a su afición en un día gris en el cielo pero verde esperanza sobre el rectángulo de juego. Las guerreras atléticas han disfrutado como hacía tiempo no lo gozaban y suman un triunfo que vale su peso en oro para tomar oxígeno en la clasificación y ganar en autoestima de cara a los próximos partidos. Alba, Diana ‘Hippie’, Naiara, Nieves Delegado, María Dolores y Paula, con un doblete, han  sido los artilleras de un grupo de chicas que ya está ahí para seguir dando que hablar en la Liga autonómica. Enhorabuena y a seguir dando caña.

Ficha Técnica

1-1. Nos va a dar algo

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noudiari.es El Formentera boquea, pero no acaba de tomar todo el aire que el equipo necesita. Con 27 puntos y en descenso, el bloque pitiuso sigue falto de oxígeno. Este mediodía ha podido rescatar un punto ante el Cornellà, que fue mejor durante la primera mitad y luego bajó el pistón en el segundo tiempo, 1 a 1. De eso se aprovechó el Formentera. El conjunto de Juan Arsenal igualó el gol que había hecho Mújica a los 16 minutos de juego gracias a una diana de Nando Quesada. El gol del Formentera rompió una sequía de casi 700 mnutos sin acertar en la portería contraria.

Fue, como la mayoría de los que ha marcado esta campaña el bloque rojinegro, fruto de una acción a balón parado. Quesada lanzó una falta lejana, la pelta botó varias veces hasta envenenarse y engañar a Carlos Craviotto, un portero que había estado espléndido hasta entonces. El meta del Cornellà había sacado manos, pierna y torsos milagrosos para evitar que remates de Bonilla, Juan Antonio o Gabri (que tuvo la más clara en un mano a mano) se convirtieran en el primer tanto formenterense.

La producción futbolística del Formentera fue irregular. Pese a disponer de un once bastante ofensivo en el césped, con tres delanteros y tres centrocampistas, al equipo le faltaba profundidad por las bandas y su juego llegaba a rachas. De eso se aprovechó el Cornellà. Sin alardes, las internadas de Fito por el costado derecho, la movilidad del goleador Mújica y la potencia de León, el ‘9’ de los de Jordi Roger, daban sensación de peligro. El gol de Mújica, además, había dejado claro que los balones largos podían crearle dificultades a los centrales del equipo de Arsenal.

Los locales, sin embargo, pudieron rehacerse gracias, en parte, a la salida de Agus por Bruno -otra vez lesionado al sentir un pinchazo en el abductor a la media hora de partido-, un aporte que le dio más mordiente por banda al Formentera. La fe del equipo de Sant Francesc, que sigue creyendo en la salvación pese a haber conseguido solamente dos de los últimos 21 puntos disputados, salvó la papeleta.

Tras la reanudación, el Formentera no lo dejó de intentar hasta que llegó el empate de la forma menos ortodoxa. El gol de Quesada, un excelente lanzador de faltas, no pasará a la historia como uno de los más bellos que se hayan marcado en Sant Francesc, pero es útil a más no poder. Evitó males mayores antes de varias jornadas que se antojan clave.
El Formentera irá la próxima semana al campo del Ebro sin Momprevil ni Samu Sanjosé, que vieron hoy la quinta amarilla. Será la parada previa al Tourmalet que viene después: Villarreal B, en casa, y Mallorca y Hércules a domicilio. Permanecer en Segunda B pasará por engrandecerse ante los gigantes de la Liga.

Algo así ocurrió en la primera vuelta, pero el guión de la película rojinegra ha dado un giro de 180 grados desde otoño, unos días de vino y rosas que cuesta recordar en la isla. Ahora al Formentera solo le valen victorias. La última que consiguió sigue datando de la jornada 19: 1-0 ante el Peralada para acabar la primera vuelta. Y de eso ya han pasado dos meses y un día.

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