Hay viajes que se hacen con billete de ida y vuelta, y otros que se graban para siempre en la memoria. El que este fin de semana protagonizará la Unión Deportiva Isleñas no es solo una expedición a Galicia: es un salto al mapa nacional del fútbol sala base, un grito alegre y desafiante desde Ibiza que dice “aquí estamos, y vamos con todo”.
Porque sí, amigas y amigos del balón pegado al pie, este equipo sub14 femenino, nacido entre risas, entrenos en pista y muchas meriendas postpartido, ha logrado algo que nadie en la isla había conseguido hasta ahora: clasificarse para el Campeonato de España de Clubes Base de Fútbol Sala organizado por la RFEF. Y eso no se celebra todos los días.
Las chicas de la U.D. Isleñas no llegan a Galicia por casualidad. Lo suyo ha sido remar contra corriente desde el inicio. Para tener liga, han tenido que fusionar las categorías infantil y cadete, formando un grupo compacto, variopinto y, sobre todo, valiente. Dos cadetes, Rubi y Celeste, se quedarán sin poder competir en este torneo por cuestiones de edad. Su ausencia, que duele como una entrada por detrás, no borra el rastro que han dejado durante toda la temporada.
Este equipo, dirigido por un cuerpo técnico implicadísimo, combina experiencia y pasión a partes iguales. Francis, el míster, es quien diseña la estrategia y agita el vestuario cuando hace falta. Fede, delegado siempre atento a cada detalle, es ese pegamento invisible que hace que todo funcione. Carlos Gómez, director deportivo, ha sido el alma del proyecto desde el minuto uno, y Esau, como presidente, el motor que empujó esta locura maravillosa.
En la portería, la garantía se llama Inés, una muralla con reflejos felinos. En defensa, Yoella y María José forman una pareja de cierres que es puro cerrojo: anticipación, fuerza y concentración. Por las bandas, la electricidad llega con Johana y Abril, dos flechas imparables que rompen líneas y meten vértigo al juego. En la posición de pívot, Vianca es una delantera de las de libro: aguanta de espaldas, distribuye con criterio y no se lo piensa dos veces a la hora de chutar. A su lado, Alessia, aún alevín, da una lección de valentía cada vez que entra a pista, alternándose con soltura en el rol ofensivo.
Y luego está Alba, también alevín, comodín total: puede jugar como cierre distribuyendo con cabeza o lanzarse al ataque como pívot cuando el partido lo pide. Versatilidad y entrega en estado puro.

Galicia les espera: nuevo escenario, misma garra
Este fin de semana, en el Pabellón Colegio San Narciso de Marín, en Pontevedra, las Isleñas se medirán con tres pesos pesados: el CD La Peña (Galicia), el CD Cantera (Navarra) y EMD La Solana (Extremadura). Equipos con rodaje, con tradición, con bagaje competitivo. Pero las nuestras no van como comparsa: van como quien sabe que cada balón dividido es una oportunidad y que, aunque el nivel sea otro, la ilusión no se compra ni se entrena.
Esto va más allá del resultado. Esta experiencia es, sobre todo, un homenaje a todo lo que han construido este año. A los madrugones de domingo, a los entrenos con frío y viento, a las risas en el vestuario y a esa sensación mágica que solo se tiene cuando formas parte de algo grande, aunque no salga en la tele.
Y aunque nadie les regaló nada, este viaje tiene sabor a premio. Porque en Ibiza, donde el fútbol sala femenino sigue ganando terreno con cada paso, estas chicas ya han ganado: son historia. Y lo han hecho con humildad, con pasión y con ese espíritu gamberro pero noble que tiene el futsal cuando lo juegan niñas que sueñan a lo grande.
Así que que suene fuerte el Vamos, Isleñas, porque Galicia ya está lista para ver de qué están hechas estas guerreras del parquet. Que ruede el balón y que hable la pista. Lo demás… es leyenda.