Hay partidos de baloncesto… y luego están estas movidas. El Class Bàsquet Sant Antoni se planta este sábado en el Joan Busquets con la mecha encendida, la moral por las nubes y el objetivo entre ceja y ceja: dar el primer golpe en esta serie a cara de perro contra el CB Prat. Ya no hay red, no hay redención. O ganas, o te vas a casa a comerte los highlights de los demás.
Los de David Barrio llegan en llamas, como un tirador con la muñeca on fire. Vienen de fundir plomos a base de defensa agresiva y transiciones letales frente al Iraurgi. Esa eliminatoria la pasaron como quien se come un bocata en el banquillo. Pero ahora toca bailar con una pareja que no perdona una mala rotación: el Prat, que no será cabeza de cartel, pero tiene un fondo de armario de esos que dan miedo.
Y es que este duelo ya viene con historia. En la fase regular hubo ‘toma y daca’: el Prat asaltó Sa Pedrera con sigilo y sangre fría, pero los pitiusos se la devolvieron con creces en Llobregat. Nadie olvida. Los dos equipos se conocen de memoria, y eso lo hace más sucio, más físico, más mental. Aquí no basta con tirar bien o tener pizarra, hay que ser más perro que el rival.
La clave del Prat está en su perímetro, que no perdona. Tienen dinamita con nombre propio: Peñarroya, Costa, Carreño… tipos que si les das medio segundo te enchufan un triple en la cara y se giran como si nada. Encima cuentan con un arsenal interior que mezcla músculo y talento: Ordóñez, Oneutu, Smallwood. Para Barrio, el scouting no ha sido precisamente una tarde relajada viendo vídeos. Esto es un equipazo que no necesita presentación.
Pero ojo, porque el Class tampoco es un grupo de amateurs. Este equipo ha madurado como un buen base: ya no corre por correr, elige el momento, aprieta en defensa cuando huele sangre, y castiga en ataque como un veterano que se las sabe todas. La idea es clara: reventar el ritmo del Prat, dominar los tableros y forzar el error desde la presión constante. Si les dejas pensar, te pintan la cara.
El Pabellón Joan Busquets será una caldera, seguro, pero a estos portmanyins no les tiemblan las manos. Ya han demostrado que saben ganar fuera, que no necesitan el calor de Sa Pedrera para morder. Van a muerte. Lo saben ellos, lo sabe Barrio y lo saben los que llevan semanas con el calendario marcado en rojo.
Esto no va de favoritos, va de carácter. Y si algo ha demostrado este Sant Antoni, es que carácter le sobra. La eliminatoria es a 80 minutos, sí, pero si este sábado logran ponerle una piedra en el zapato al Prat, la vuelta en Ibiza puede ser una fiesta. De esas con confeti, abrazos sudados y olor a ascenso en el aire.
La batalla empieza ya. Y como dicen en las canchas: aquí se viene a ganar o a sudar sangre.
Y que nadie piense que el Sant Antoni va a jugar solo en territorio enemigo. Más de un centenar de fieles portmanyins se han subido al carro —y al ferry, y al bus, y a lo que haga falta— para acompañar al equipo en esta cruzada catalana. Serán pocos en número comparados con el rugido del Joan Busquets, pero su aliento vale por mil. Van con bombos, gargantas afiladas y el corazón a ritmo de contraataque. Porque cuando el partido se atasque, cuando las piernas pesen y las luces aprieten, esos locos de la grada serán el sexto hombre. Y eso, en un ‘play-off’, puede valer medio ascenso.