La tarde en Can Misses dejó esa sensación rara… como cuando algo mejora, pero todavía no alcanza para respirar tranquilo. La UD Ibiza recuperó buenas sensaciones, recuperó fútbol, empuje y hasta algo de identidad. Lo único que no recuperó fue la victoria. El 1-1 ante el Europa dejó al equipo a medias: satisfecho por lo que mostró, frustrado por lo que no llegó.
La primera parte fue una especie de declaración de intenciones. El equipo celeste salió con ritmo, mandando, buscando el área y encerrando al recién ascendido como si quisiera dejar claro que en su casa se juega a otra cosa. Hubo llegadas por las dos bandas, combinaciones rápidas y un dominio que hacía pensar que el gol estaba cerca. Pero nada… Una y otra vez, el balón se quedaba a centímetros, entre piernas rivales o en las manos de un Flere muy inspirado.
Y entonces, justo cuando el estadio pensaba en el descanso, llegó el jarro de agua fría. El Europa, paciente y muy serio, encontró un hueco por la izquierda y lo convirtió en oro. Un centro preciso y un remate implacable bastaron para recordar que en esta categoría, si perdonas, lo acabas pagando.
El 0-1 dolió, y mucho. No solo por el marcador, sino por esa sequía que ya se estaba volviendo eterna y que seguía creciendo minuto a minuto.
Tras el descanso, la UD Ibiza salió algo más imprecisa, quizá pasada de revoluciones. El Europa olió dudas y quiso apretar, como quien siente que puede rematar la faena. Aun así, el partido dio un giro cuando apareció quien tenía que aparecer. Bebé, con ese toque que solo tienen los jugadores capaces de cambiar un partido en una jugada, rompió la racha maldita y encendió a Can Misses. El 1-1 trajo aire, empuje y una grada que volvió a creer.
Desde ahí, los celestes se lanzaron con todo. Centros, paredes, llegadas por dentro y por fuera… El equipo buscó la remontada con alma, aunque siempre chocando con una defensa catalana muy ordenada, que sabía sobrevivir en los momentos clave.
El pitido final dejó la sensación de que faltó muy poco. Que la UD Ibiza fue mejor, que generó más y que quizá mereció más. Pero también dejó una idea clara: este camino, con esta actitud y este fútbol, puede conducir a algo mejor. Solo falta que, esta vez sí, aparezca la sonrisa.






















































































