Units som més forts. Bajo este lema el Ibiza y el Club de Futbol Sant Rafel han caminado de la mano esta temporada. Los celestes buscaban un filial para reforzar su estructura deportiva. Los azules necesitaban un estímulo para conseguir su undécima permanencia consecutiva en Tercera División. El acuerdo se presentó en pleno verano y al llegar a primavera se pueden recoger los primeros frutos que ha dado esta colaboración. “Ha sido una campaña muy positiva para las dos entidades. Para nosotros el apoyo del Sant Rafel ha sido muy importante tanto a nivel deportivo como social. Allí han podido desarrollarse y tener minutos futbolistas sub’23 que consideramos que tienen un recorrido interesante y, además, nos hemos hermanado con una afición ejemplar y muy querida en el fútbol balear”, dice Amadeo Salvo. Paco Bonet, el eterno presidente de los rafelers cree que su club ha dado dos pasos hacia delante con esta unión: “Nosotros hemos podido crecer y aprender muchísimo al trabajar junto a grandísimos profesionales. El Sant Rafel no ha cambiado su esencia: representamos a un pueblo de solamente dos mil habitantes y seguimos siendo uno de los clubes más humildes de Tercera, pero contar con un grupo de jugadores jóvenes, ambiciosos y llenos de ilusión ha sido un estímulo enorme. Ahora, además, somos más conocidos que nunca. En cualquier parte nos preguntan cómo es eso de ser filial del Ibiza y nosotros respondemos que es una experiencia fantástica. Tenemos doscientos socios y más de cien chavales en nuestra escuela de fútbol. Muchos de ellos han ido a ver los partidos que el Ibiza ha jugado en Can Misses. Podemos decir que se ha creado una relación muy bonita entre los clubes”.
La alianza ha rejuvenecido al Sant Rafel y los resultados han acabado llegando en el campo. Vicente Román empezó la temporada y, a principios de febrero, Miguel Carrilero le sustituyó en el banquillo. La racha que encadenó el equipo de sa Creu con el entrenador madrileño fue espectacular. Los azules ganaron cuatro partidos y empataron dos antes de que la Covid-19 detuviera la competición. “No sé hasta dónde podríamos haber llegado”, dice el técnico, “pero una de las cosas que más me sorprendió cuando aterricé en Ibiza fue el convencimiento que tenían mis jugadores en acabar lo más arriba posible el campeonato”. Para Carrilero –conocido como Míchel cuando jugó como delantero centro en un buen puñado de clubes de Primera y Segunda División– la experiencia de entrenar a un filial era completamente nueva. “Pero desde el primer minuto me sentí como en casa”, precisa, “y tuve claro que por encima de los resultados mi trabajo consistía en preparar jugadores que pudieran estar a disposición del primer equipo cuando fuera necesario. Para jugar o entrenar”.
La clave, afirma Míchel, es lo bien que conoce a casi todos los miembros del cuerpo técnico y la dirección deportiva del Ibiza. “Compartiendo vestuario con Pablo [Alfaro, en el Sevilla] y Fernando [Soriano, en el Almería] subí a Primera. Ñoño [Méndez] me entrenaba cuando ascendimos con el Xerez. Además, fui compañero de Juanjo [Valencia] en el Sporting, el único club de Segunda con el que no pude subir. No fue necesario un período de adaptación al llegar a Sant Rafel. Es una lástima que no hayamos podido acabar la temporada para poder completar nuestro trabajo”. También ayudó al entrenador encontrarse “con un club muy familiar”, un ambiente en el que se mueve como pez en el agua al haberse retirado jugando en Regional Preferente con el Club Deportivo Móstoles La Juventud. “Nos acogieron con una hospitalidad magnífica –dice Míchel– que hizo que nos sintiéramos como en casa. Desde el primer momento, vimos que el presidente, Pepe Tur, Marilina, y toda la gente que está en el campo durante el día a día se desvive por el Sant Rafel sin ganar un duro a cambio. Hemos trabajado muy a gusto con David [de Pablos, el director deportivo rafeler], que nos lo puso todo muy fácil para que pudiéramos desarrollar las ideas con las que llegamos a la isla”.