La UD Ibiza vivió una tarde amarga en Can Misses, donde volvió a tropezar en un duelo que dejó al descubierto todas sus grietas. El Nàstic de Tarragona, sin necesidad de desplegar un juego vistoso, aplicó una fórmula sencilla pero letal: orden defensivo, contragolpe certero y máxima eficacia. Con un 0-2 seco y directo, los visitantes desnudaron las flaquezas de un conjunto celeste que, pese a su empeño inicial, acabó claudicando sin respuestas.
Los primeros compases del partido parecían anunciar otra historia. El Ibiza, con un once renovado por Paco Jémez —incluyendo el debut del joven Manu Pedre—, salió con brío, dominando el balón y acorralando a un Nàstic replegado. Gallar, activo y vertical, acarició el gol con un disparo que rozó el larguero, mientras que Señé y Del Pozo tomaban las riendas en la medular.
Pero el fútbol no se construye solo con posesión, y el Nàstic supo esperar su momento. Cedric, un puñal por banda, lideró una contra fulminante que terminó en los pies de Jardí. El 0-1, en el minuto 19, cayó como una jarra de agua fría sobre el estadio, que aún no se había acomodado del todo en la tarde. Apenas tres minutos después, Sofiane parecía devolver la esperanza con un tanto que fue anulado por fuera de juego. Fue un espejismo.
El Ibiza no se descompuso de inmediato, y siguió merodeando el área rival. Pero en cada robo, el Nàstic olía sangre. Cedric volvió a armar el zarpazo, esta vez asistiendo a Almpanis, que no perdonó ante Ramón Juan. El 0-2, justo antes del descanso, fue un mazazo psicológico del que los de Jémez nunca llegaron a reponerse.
Y es que el segundo acto tuvo menos épica y más frustración. El equipo pitiuso, con más corazón que ideas, intentó arrinconar al rival, pero chocó una y otra vez contra el muro tarraconense. Rebollo, impecable bajo palos, se encargó de apagar cualquier chispa de reacción. Del Pozo y José Albert lo intentaron, incluso con ocasiones claras, pero el balón se resistía a entrar.
Ni los cambios agitaron el árbol. Monju, Davo y David García ofrecieron piernas frescas, pero no soluciones. Y mientras tanto, el Nàstic seguía fiel a su plan: esperar, resistir y castigar. Fernando tuvo el tercero en sus botas, pero perdonó lo imperdonable. No importó. El daño ya estaba hecho.
El dato más elocuente no vino del césped, sino de las gradas. En el minuto 80, con el marcador en contra y sin señales de remontada, muchos aficionados comenzaron a abandonar el estadio. No fue un gesto de desprecio, sino de resignación. Cuatro partidos sin ganar, una imagen en descenso y un equipo que empieza a sembrar dudas en la parroquia celeste.
Con esta derrota, el Ibiza cae hasta la décima posición y confirma que el arranque ilusionante ha quedado atrás. A Jémez le toca rehacer el discurso y, sobre todo, reforzar una defensa que se rompe con demasiada facilidad.
Porque dominar está bien, pero sin gol ni solidez atrás, el fútbol castiga sin piedad. Y el Nàstic lo supo ejecutar a la perfección.
🎙️ @PacoJemezCoach, en la rueda de prensa post-partido del #IbizaNàstic
— UD Ibiza 🩵 (@ibizaud) October 4, 2025




















































































