Cuando la tentación al ver un partido es mirar hacia otro lado, divagar sobre el auge de VOX o estar más pendiente de una de esas aplicaciones de resultados en el móvil, que hoy por hoy son media vida para todo buen aficionado, que del propio partido, es que poca cosa hay que mirar. Eso es lo que pasó en el municipal Uva Monastrell de Jumilla. Poca cosa hubo que mirar.

La UD ya no es solo el Doctor Jekyll y Mr, Hyde. No se conforma con tener dos caras opuestas, sino que sube la apuesta y muestra hasta tres versiones. Versión 1: la cara amable, la del equipo que arrasa al Marbella, golea en Granada o saca triunfos de muchos quilates como en Talavera o ante el UCAM Murcia. Versión 2: la cara terrorífica, la de un equipo absolutamente inoperante en ataque y superado en defensa, la que vimos en San Fernando y, sobretodo, en la mañana de los cristales rotos que fue Cartagena. Versión 3: la opción “centrista”, la sí pero no, la ni para ti ni para mi, la del equipo romo en ataque pero firme atrás, la que ha dado tanto victorias (Sevilla Atlético, Recreativo de Huelva) como también disgustos (Badajoz). En Jumilla tocó la versión 3, y esta vez el botín fue un punto al zurrón.

Poco hay que explicar si se quiere hacer una crónica estricta del duelo en Jumilla. Ni una sola ocasión de gol en todo el partido. Ni para unos, ni para otros. Fin. Sí se puede, en cambio, extraer varias conclusiones. Por ejemplo, del tan manido doble pivote que forman Iosu y Miguel Núñez. Su sola presencia empuja el duelo hacia la comentada versión 3. La pareja formada por el ex del Mallorca y el del Leioa otorga un alto grado de firmeza al grupo, electrocuta un porcentaje elevado de ataques rivales, pero genera poco. No descubrimos nada si decimos que ambos tienen más virtudes defensivas que ofensivas, y eso se nota.

Otra conclusión: Chavero es media UD. O al menos, en ataque. De sus botas acostumbran a salir un porcentaje muy elevado de las jugadas ofensivas del equipo. En Jumilla no estuvo, y se le echó demasiado en falta. El Ibiza necesita de los trucos de su chistera, o la luz se apaga.

Quien sí estuvo, pero no del todo bien, fue el meta brasileño Lucas Nunes Anacker. Repitió titularidad en detrimento de un Álex que debe “resetear”, según palabras de Andrés Palop. Pues, siguiendo con términos informáticos, Lucas debería formatear sus salidas por alto. El Jumilla llegó poco, pero el brasileño no transmitió demasiada seguridad en sus salidas por alto. Dilema el que tiene por delante el técnico valenciano para el duelo del próximo domingo ante el Almería B. Recuperar a Álex o mantener la arriesgada apuesta por Lucas. Veremos.

Tampoco fue en Jumilla, tierra de vinos notables, el lugar de resurrección de Emiliano Armenteros. El porteño tuvo casi media hora para demostrar que puede sumar, pero la verdad es que aportó entre poco y nada a la ofensiva celeste (roja en tierras murcianas). De él se espera bastante más, por su bagaje y por sus todavía 32 años. El bonaerense entró al campo por Riverola, que tampoco tuvo su tarde, perdido entre la maraña local. Palop lo intentó todo, con Cirio, con Serra, con laterales ofensivos como Javi García o Fobi, luego con Cristian Herrera. Agua.

Una vez más, habrá que ponerse el disfraz de brujo para intentar adivinar por dónde irán los tiros el próximo encuentro ante el filial almeriense. Es toda una incógnita intentar prever qué versión tocará. El equipo, al menos, se trajo un punto y sigue como estaba, en tierra de nadie en la clasificación, 12º, con cinco puntos de colchón respecto al descenso, pero más lejos de la zona de play-off. Hemos consumido casi medio campeonato y aún nadie se aventuraría a asegurar cual será el objetivo real de la UD cuando se acerque el final. Mientras tanto, disfrutemos con la versión 1 del equipo, y aprendamos a sufrir y a valorar lo sumado con las otras dos…

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