Por Pablo Sierra del Sol

Llega a la sala de prensa disculpándose por su español, “que no es bueno”, pero se desenvuelve de forma más que aceptable con la lengua de Cervantes, llenando comprensiblemente las frases de palabras italianas y curiosos italianismos, pero pronunciando bien y respondiendo con calma a las preguntas de los periodistas. Es Marco Borriello, el fichaje estrella de la Unión Deportiva Ibiza, una hora después de haber terminado el primer partido oficial que juega después de nueve meses alejado del rectángulo de juego por una lesión. Al público de Can Misses le ha avanzado algunas de las cosas que puede aportar al equipo de Ñoño Méndez: juego de espaldas, veneno en el remate, potencia aérea y mucha intensidad con el balón en juego o parado. A la larga, peligro ofensivo y jerarquía. También exhibe Borriello una buena dosis de sinceridad. Aunque acumule centenares de partidos al máximo nivel, golear en Segunda B no va a ser pan comido: “Que nadie se confunda: yo no voy a coger el balón y voy a dejar a cuatro contrarios tirados en el suelo y voy a meter gol. Nunca lo he hecho en mi carrera porque mi juego no se ajusta a esas características. Soy un delantero diferente”. Borriello se sintió con mejores piernas en la primera parte. Fueron sus mejores momentos. En la segunda parte trató de actuar con intensidad para mejorar “su condición física”. Entre medias protestó, alentó a sus compañeros y chocó una y otra vez con la seria pareja de centrales del Badajoz.

El napolitano sabe que la falta de gol es un problema para el Ibiza, pero rebaja la tensión prometiendo trabajo durante la semana que comienza mañana: “Tenemos que estudiar las acciones en la que hemos llevado la pelota cerca de la portería contraria. Entonces hemos conseguido crear bastante sensación de peligro. Hay que trabajar para que se creen muchas situaciones así durante cada partido. Yo no soy el míster, pero entiendo mucho el fútbol. Tenemos que trabajar la cattiveria, ¿cómo se dice en español?”, se pregunta Borriello, que aprende que su cattiveria, literalmente, maldad, puede traducirse por picardía, una cualidad imprescindible sobre el césped. Un rato antes de la comparecencia del transalpino en rueda de prensa, Patxi Salinas, entrenador del Badajoz, ya se ha alegrado de haberse cruzado con este bombardero (il bomber, como le apodan en los periódicos deportivos de su país) nacido en Nápoles antes de que se termine de acoplar a la categoría y al club ibicenco. “Cuando llega a Segunda B un jugador de la entidad de Borriello”, dice Salinas, “por lo menos te causa respeto. Ves su currículo y dices ¡ostras! Los años pasan para todos, ojo, y todavía tiene que ponerse a punto. Pero creo que alguien como él, además del morbo que va a generar, será un futbolista muy difícil de marcar. Su juego de espaldas va a hacer muchísimo daño en esta categoría”. El bilbaíno, que se ganó la vida frenando a delanteros del estilo de Borriello, completa el ramillete de virtudes del italiano recordando “el cañón que tiene en su pierna”. “Ahora, que se lo encuentren otros”, remacha Salinas antes de marcharse al autobús de un Badajoz que circula hacia el aeropuerto de Ibiza sonriente y con los tres puntos guardados en la maleta.

Durante el encuentro, varios aficionados pitan a Borriello cuando en el segundo tiempo se le ve desfondado en algunas acciones. Alguno le espeta un “hay que correr más” que el delantero no sabemos si llega a escuchar o entender. Ñoño Méndez, que sabe que tiene deberes pendientes después de la segunda derrota en casa y la tercera jornada sin marcar, pide paciencia con la joya de la corona de su proyecto: “Marco tiene que ir adaptándose poco a poco, coger ritmo competitivo, compenetrarse mejor con sus compañeros. También nosotros tenemos que adaptarnos mejor a su manera de jugar. Vamos a hacer mucho hincapié en la parcela ofensiva. Si somos capaces de marcar un par de goles, un error en defensa nos penalizará mucho menos”. Méndez sabe que necesita tiempo para ajustar todas las piezas. Hoy, además, recuperó a una crucial. Sergio Cirio jugó sus primeros minutos de la temporada durante el segundo tiempo y se echó el equipo a la espalda, pero no pudo romper las costuras del Badajoz al verse obligado a retrasarse demasiado en busca de la pelota. La química entre el pichichi de la temporada pasada -un ídolo además para los hinchas de la Unión Deportiva Ibiza- y Borriello será fundamental para que los celestes le cojan el pulso al competitivo grupo IV.

No esconde Borriello su condición de estrella. Es un reclamo mediático para el Ibiza y lo lleva con orgullo. En el palco, junto a los directivos ibicencos y la delegación del Badajoz, se encontraba Christian Brocchi, que fue su compañero en el AC Milan. En la grada, muchos italianos, entre residentes y turistas, que no quisieron perderse el debut de su compatriota, bien documentado por medios de comunicación nacionales (como Deportes Cuatro) e internacionales (como Sky Sports Italia). Muchos flashes para los usos y costumbres de Segunda B. “Este proyecto es muy ambicioso y tenemos que acostumbrarnos a que los rivales van salir a muerte contra nosotros porque los partidos que juguemos tendrán mucha visibilidad. Ellos lo saben, igual que lo sabe bien el árbitro. Me ha sacado una amarilla sin que sepa todavía por qué. En más de un choque los defensas se han ido al suelo y han tardado un minuto en levantarse esperando que me sacara otra tarjeta. Así va a ser la categoría y tenemos que aceptarlo. Tenemos que ponernos al nivel de los demás y mostrar más calidad que ellos: el Ibiza quiere estar en la parte alta”. Borriello recalca que Amadeo Salvo “quiere hacer cosas grandes”, que la ambición del presidente es la gasolina que mueve un motor que ansía sentirse potente de nuevo y que, después de comer sano, esta tarde se la pasará en casa digiriendo la amargura de la derrota por la mínima que sufrió el día que debutó con el Ibiza. Un regusto que quiere cambiar próximamente con goles y triunfos.

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