Por Pablo Sierra del Sol

Beniparrell son varias decenas de calles y algunas plazas que, a vista de pájaro, parecen enclaustradas por las huertas y por las naves industriales de los polígonos donde hace décadas hubo huertas que lo rodean. En Beniparrell, que está separado de la frontera sur de la ciudad de Valencia por pueblos (Albal- Catarroja-Massanassa-Alfalfar-Benetússer-Sedaví) muchos más grandes que se enlazan uno con otro, nació Raúl Casañ Martí un 27 de septiembre de 1976. Desde hace diez años este valenciano vive en un lugar muy diferente: Santa Eulària des Riu. Ha cambiado la huerta por la playa, las fábricas y almacenes por los bloques de hoteles y apartamentos, la llanura que se extiende entre la Albufera y el Júcar por los montes de pinos que aparecen cuando se termina el casco urbano de la Villa del Río. Por esos bosques se escapa Casañ a correr. Incansable, desde que dejó el fútbol en activo suma y suma quilómetros como runner y ya tiene una buena colección de trails de montaña y carreras populares de fondo en su currículo.

–La afición por correr le viene de su época de futbolista: era un centrocampista incansable, que cubría mucho campo durante los noventa minutos de partido. Un trabajador nato.

Le define Juan Ibáñez, Buti. Casañ coincidió con él en Benidorm y, hace justo una década, en la Peña Deportiva. Al club santaeulaliense llegó el mediocentro valenciano como tantos otros futbolistas que desembarcan en Ibiza: con la incertidumbre de saber si pasarán solamente unos meses o si se afincarán en la isla durante una temporada larga.Casañ ha sido de los segundos. En parte ayudó que estuviera en el tramo final de su carrera (iba a cumplir 32 años en aquel verano de 2008 y había estado en infinidad de equipos de Segunda B y Tercera desde que saliese del juvenil del Don Bosco valenciano) y, obviamente, influyó mucho que encajara a la perfección en la idiosincrasia de la Peña, un club polideportivo y con un compromiso social muy arraigado. “Al poco de llegar, Raúl empezó a entrenar equipos de chavales. Le gustaba mucho y, como es incansable y muy exigente consigo mismo, saltó a la coordinación de la cantera. Después ha sido director deportivo y entrenador del juvenil. Que le hayan puesto al frente del equipo de Tercera División no me sorprendió lo más mínimo: era la decisión más lógica. ¿Si tienes a la persona ideal en casa por qué la vas a buscar fuera?”, dice Pere Seguí, que fue mano derecha de Casañ en las oficinas peñistas durante varias temporadas. Seguí explica que Casañ tiene un carácter singular: “Hay gente a la que le desconcierta un poco su forma de ser cuando lo conoce. Raúl es una persona muy reservada y puede parecer frío, pero es solo la primera impresión. Creo que eso es producto de su exigencia: la que se aplica a sí mismo y la que le exige a los demás. Cuando se suelta tiene un humor muy fino”.

A Juan San Vicente, uno de los camareros que llevan el bar del campo, le pide todas las mañanas “un café con leche con poca espuma” porque ya viene “afeitado de casa”. “No es comilón porque cuida mucho la línea. El café lo acompaña con fruta y alguna vez se permite una tostada”, cuenta San Vicente, que durante muchos años también ha entrenado equipos de la cantera peñista y conoce perfectamente a Casañ. “La exigencia que todo el mundo señala de Raúl es cierta, pero también hay que decir que es un tipo muy humano. Cuando era el coordinador de la cantera estaba muy pendiente de nuestro trabajo para darnos cualquier cosa que nos hiciera falta. A mí me ayudó muchísimo con el juvenil, al que subí a Liga Nacional. Luego me hizo mucha ilusión que lo cogiera él mismo y consiguiera el histórico ascenso a División de Honor”.

Para Seguí, el año en la élite del fútbol juvenil español le ha dado a Casañ el callo que necesitaba. Cuando se anunció la decisión de la Peña de cubrir con Casañla marcha de Dani Mori tras un ciclo de tres años (que contuvo un curso en Segunda B en el que se peleó una salvación que no se pudo conseguir), muchos señalaron la falta de experiencia del valenciano como entrenador de un conjunto sénior. “Entrenar al equipo de Tercera no le puede venir grande a alguien que se ha enfrentado a Barça, Espanyol, Valencia o Villarreal; que sabe gestionar los egos del vestuario; que sabe latín a la hora de distribuir a los futbolistas que vienen de fuera en la red de pisos del club; que firma contratos y trata con agentes…”, dice el ex coordinador de la Peña. Seguí considera que no es criticable los pocos puntos que consiguió la Peña juvenil en División de Honor: “Llegar hasta allí ya fue un mérito. Lástima que coincidiera con el ascenso del primer equipo a Segunda B. Eran dos retos por los que el club llevaba muchos años peleando. Hubiera sido injusto renunciar a alguno de los dos. Por su papel como director deportivo que diseñó la plantilla que entrenó Mori y como míster del juvenil no creo que Raúl fracasara por los dos descensos. Han sido dos experiencias muy profundas en dos ambientes muy competitivos. Creo que sale reforzado para el reto que tiene encima”. El campeonato que acaba de iniciarse se presenta muy igualado. “No me cabe duda”, añade Seguí, “que la Liga que nos espera va a ser brutalmente competitiva. Mallorca B, Poblense, CD Ibiza, Formentera, Felanitx, Constancia, Alcudia… Muchos equipos van a pelear por las cuatro primeras plazas. Pero la Peña estará en el playoff. Estoy convencido”.

Juan San Vicente sabe que entrenar a la Peña no es moco de pavo. Él, como le pasa ya a Casañ, es medio valenciano, medio santaeulaliense. Nació en Gandia y, con tres años se fue con sus padres para la Villa del Río. Desde niño ha estado vinculado al club peñista. Por eso conoce sus exigencias y sus necesidades cuando milita en Tercera División. “En el fútbol balear, la Peña tiene que ser uno de los equipos punteros. Los socios más veteranos quieren ver a la Peña en las primeras posiciones de la clasificación cuando abren los lunes el diario. Y, encima, que juegue bien.El gran punto a favor de Casañ es que la gente de toda la vida le conoce: él lleva años tratando con socios, padres y madres de niños, con los chavales de la cantera… Algunos juveniles que se han entrenado con la primera plantilla este verano los entrenó él cuando eran benjamines. Hay una conexión muy grande entre la entidad y su persona. Creo que Raúl ha hecho un buen equipo y que la directiva, que confía ciegamente en él, le dará paciencia para que desarrolle sus ideas”.

“Tengo ganas de ver como juega la Peña”, dice Buti, para el que no es raro imaginarse un bloque alegre con la pelota, pero duro y pragmático cuando no la tenga en su poder. “Lo normal es que los equipos tiendan a parecerse a sus entrenadores. Casañ tiene una idea muy interiorizada en su cabeza: ante todo es un tío de trabajo, trabajo y trabajo. Va apretar a sus futbolistas para sacar de ellos el máximo nivel. Estoy convencido”, comenta el castellonense. El propio Casañ ya lo avanzó el pasado domingo en la rueda de prensa que ofreció después de derrotar por 3 a 0 al Son Cladera y auparse al liderato de Tercera tras la primera jornada. “Habrá días en los que podamos tener el balón tanto o más que hoy y habrá días en que será diferente. Tenemos que estar preparados para ser competitivos en cualquier situación”, dijo el entrenador peñista, consciente de que queda una distancia infinito por delante hasta alcanzar el próximo junio, cuando habrá que hacer balance de los resultados conseguidos.

Raúl Casañ es un tipo acostumbrado a cubrir trayectos largos y cuando se va lejos pueden surgir imprevistos. El último tuvo lugar la semana pasada, cuando cuatro perros le salieron al paso mientras corría por las cercanías del Municipal de Santa Eulària. Uno de los perros le mordió en una pierna y le hizo caer. El golpe dejó un saldo doloroso: catorce puntos de sutura junto a la ceja izquierda. En su debut liguero apareció con un vendaje, una gorra negra, una media que ocultaba las marcas que le ha dejado la mordedura del perro en su piernazurda y una máxima repiqueteando en el cerebro que, seguramente, aplicará en su nueva aventura dentro de la Peña: si un fondista aprende a levantarse después de caer puede resultar invencible.

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