Pablo Sierra del Sol Javi Gallardo era uno de tantos chavales de la Línea de la Concepción que cuando apretaba el calor iban a pegarse un baño bajo el Peñón de Gibraltar. Pero la pasión futbolera era algo más sagrado que pasar un buen rato en la Playa de Levante. “Yo estaba en la playa y me iba al campo a ver los entrenamientos de la Balona. Ese club es un sentimiento en la ciudad. Hay una canción que dice: ‘Ni Madrid ni Barcelona, lo que vale es la Balona'”.

Han pasado casi veinte años desde entonces y la vida de este zurdo gaditano ha corrido en paralelo a la Real Balompédica Linense, uno de los clubes más antiguos de Andalucía, solo por detrás de Recreativo, Sevilla, Betis, Xerez y Cádiz. Allí había desarrollado toda su carrera como futbolista, ocupando el lateral izquierdo de la defensa, hasta que fue cedido a la Peña Deportiva en el último mercado de invierno. En la isla ha tenido la suerte de encontrarse a viejos amigos con los que compartió muchos momentos en el Municipal de la Línea.

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Por ejemplo, con Isaac Luis Chico. O lo que es lo mismo, su compadre Copi, un delantero queridísimo en la ciudad que hace frontera con la colonia británica de Gibraltar aunque haya nacido en el otro lado de la Bahía de Algeciras. “Empecé en el Algeciras de chico, subimos a Segunda B, se me cumplía el contrato y firmé por la Balona. Eso cayó en mi ciudad como una patada”. Alguno le decía que se fuera para La Línea: la rivalidad entre las dos ciudades es muy grande. Los dos clubes, además, se fundaron en 1912 y desde entonces han mantenido una relación de odiarse y necesitarse a partes iguales.

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Máximo goleador de la historia blanquinegra

“Me tiré nueve temporadas en la Balona”, recuerda Copi, “y viví de todo: dos descensos, dos ascensos también…” El flamante fichaje del Ibiza de Amadeo Salvo para reforzar la delantera de cara a la promoción que se le viene encima a los rojillos tuvo tiempo suficiente para calar hondo en la hinchada linense, que le ha visto batir récords. Nadie ha marcado tantos goles como él con la camiseta blanquinegra de ese club centenario. 107, según las estadísticas oficiales.Hay dos testigos para esta conversación entre ex balonos. Uno es Borja, amigo de Copi y Gallardo, y tan aficionado al equipo de su ciudad natal como al Barça. Los escudos de los dos equipos están tatuados en sus piernas. El otro es Mario Ormaechea, que hizo parada en La Línea en la campaña 1989/90 antes de pasar dos años bien diferentes en la extinta Sociedad Deportiva Ibiza. “La temporada anterior a fichar por la Balona había estado en el Albacete y me encontré a esa afición en mi contra. Luego la disfruté. En esa ciudad se vive el fútbol de una manera bárbara. Aquí tenemos a una persona que es un claro exponente de esa pasión: lleva un tatuaje del club. ¿Cuántos tienen en la isla el escudo del Ibiza tatuado? He jugado delante de aficiones tan animosas y exigentes como la de la Balona”.

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En una de esas estaciones de su viaje futbolístico por la Segunda B y Tercera españolas, Copi y Gallardo se encontraron con un espigado y técnico delantero cordobés llamado Juan Carlos Ortiz, ahora también en las filas de la Peña. Juntos, casi tocaron el cielo de la Segunda A, la manzana prohibida que la Balona no muerde desde la década de los cincuenta. Ortiz rememora unos meses que fueron mágicos para la plantilla blanquinegra: “Llegué al club a mitad de temporada y me encontré con una familia. El objetivo del ascenso estaba muy claro y la afición estaba más volcada que nunca con el equipo. En partidos normales de liga rozábamos los 10.000 espectadores. En la ida de la primera eliminatoria contra el Amorebieta, empezamos perdiendo y remontamos con un jugador menos. Pasamos ronda y aquéllo era ya una fiesta. Nos tocó el Tenerife y fuimos a jugar a la isla con un 0-1 en contra…”
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La batalla del Heliodoro
En el Heliodoro Rodríguez López se vivió uno de esos partidos a flor de piel que se juegan en el fútbol modesto cada final de curso. Copi acabó expulsado después de que los canarios marcaran el 3-2 que les aseguraba el pase a la última ronda. Máxima tensión en encuentro que aún escuece entre los tres ex balonos del fútbol ibicenco. “Si hubiéramos eliminado al Tenerife, nos comemos a la Ponferradina seguro, que fue el equipo que acabó subiendo…”, dice Copi.
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Gallardo decide abrir el álbum de fotos de los buenos recuerdos. Copi y él aparecen de repente vestidos de corto en el nuevo San Mamés. “Fue una pasada jugar una eliminatoria de Copa del Rey contra el Athletic. Queríamos al Madrid o al Barça, pero no veas cómo disfrutamos esos dos partidos contra los leones. En casa se llenó el campo y en Bilbao, delante de 30.000 personas fue maravilloso jugar”, explica el lateral. Tampoco son fáciles de olvidar los derbis contra el Cádiz. Hay un hermanamiento especial con la afición cadista, que cruzaba la provincia cuando los amarillos estaban en el pozo de la Segunda B para ver a los suyos contra la Balona. Ese ambiente de cariño entre hinchadas es inolvidable, pero no se puede comparar a la emoción de un ascenso, el manjar del futbolista modesto.

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El año del Tudelano
“A mí me tocó la suerte de vivir el año del ascenso contra el Tudelano”, cuenta Cristian Terán, un experto en el arte de la gambeta. Además de con Ortiz, Gallardo se ha reecontrando en Santa Eulària con este eléctrico extremo al que vio regatear en La Línea cuando era un chaval salido de juveniles. Copi entra al trapo rápidamente para especificar que, si contra el Tenerife, en la 2012/13, se metieron 17.000 personas en el campo, en la vuelta del partido contra los navarros, al final de la 2011/12, había 14.000 en el estadio de La Línea.

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“Y, como ha dicho Copi, es de las veces que más gente he visto en ese campo. Veníamos de perder 1-0 en Navarra y en casa el colega clavó dos chicharros y les metimos un 4-0 que nos puso en Segunda B. Fue un final muy bonito para un año en el que hubo muchos problemas en el club. Los jugadores fuimos capaces de sacarlo adelante, ganar la liga varias jornadas antes del final y ascender a la primera”, amplía Terán. La veda de la euforia está abierta para que a Gallardo y a Copi se les erice la piel al hablar del penúltimo ascenso a Segunda B del club de sus amores, el que lograron en 2008 en Anduva, esa caja de cerillas que ha hecho famosa el Mirandés en los últimos años, y donde consiguieron empatar a tres para subir por el doble valor de los goles marcados a domicilio. En el viaje de vuelta, cuando enfilaban las primeras pedanías de La Línea, la cantidad de coches y motos adornados con banderas blanquinegras que esperaban al bus del equipo era tal que se colapsó la carretera.

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¿Se repetirá la historia en Ibiza?

A Terán le encantaría revivir la historia del ascenso a Segunda B con la camiseta blanca del club de la Villa del Río: “Cuando quedas campeón, tienes una pequeña ventaja, pero en la Peña tenemos mucha ilusión. Y la calidad está presente. El club se merece un ascenso”. Ortiz reclama entonces su condición de comodín: ha disputado dos fases de ascenso y ha subido en ambas. “Y nunca por el camino corto, siempre por el difícil”, puntualiza, reclamando una pizca de “suerte” para la Peña en los emparejamientos. “Hay que tener respeto por los rivales y el nombre demostrarlo sobre el campo”, resume Gallardo.

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Mario Ormaechea ve a la Peña bien armada para el viaje largo que deberá hacer si quiere alcanzar la Segunda B. Tres eliminatorias, seis finales. Mucha emoción y esfuerzo concentrados en un mes y medio que solo se puede afrontar “con una buena plantilla que pueda asumir partidos con cargas diferentes a nivel físico y psicológico. La exigencia es muy grande”. También es optimista con las aspiraciones de la UD Ibiza, un equipo montado con el único objetivo del ascenso a categoría nacional, aunque él sabe que esas promociones que se juegan en Mallorca pueden venir con regalo sorpresa… “La Unión Deportiva lo tiene francamente bien porque son indiscutiblemente mejores que los equipos mallorquines. Las eliminatorias para subir a Tercera siempre las condiciona el campo que te toque. Ya los irás viendo, Copi. No queda otra que adaptarse al medio”. Y el delantero contesta con la prudencia de quien se sabe favorito pero no quiere dar por vendida la piel del oso antes de cazarlo: “Por mucho equipos que tengas, si ellos corren más que tú, le echan más cojones y trabajan más, no tienes nada que hacer”.

Si algo sabe Copi en esta vida, es de cómo afrontar un playoff. Lleva unos cuantos en las botas, aunque ahora se le haga raro jugarlo vestido de rojo y no de blanquinegro.
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