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Pablo Sierra del Sol A José Muñoz todo el mundo le conoce en Ibiza como Pepe el Barbas. O, simplemente, como el Barbas. Incluso, los que no le conocen personalmente, a poco que les guste el fútbol, saben quién es el barbudo que sale por la tele tocando el bombo y vestido de merengue cuando el Real Madrid juega un partido importante en la Champions. El propietario del bar Ca’n Tixedó, en Sant Jordi, es además el fundador de la única peña madridista que existe en Ibiza. Un personaje que transpira fútbol por los cuatro costados. La historia viene de lejos. Nació en Algeciras, vivió en Guadalajara y con doce años fue uno de tantos chavales españoles a los que el turismo les dio un empleo precoz.

Es Vermell bueno

Sin pelos en la cara aterrizó en Mallorca, donde vivió varias décadas y se dejó crecer una barba ya entrada en canas que sigue siendo innegociable: no se la afeita porque es su seña de identidad. “Era el barman del bar Sorrento, en Illetes, y recibíamos muchos clientes del hotel Bonanza, un cinco estrellas muy famoso entre los futbolistas de los sesenta y setenta”, explica Pepe. Por allí pasaron sir Matt Busby y sir Bobby Charlton poco después de ganar la orejona en el 68 (“¿Te acuerdas que iban en un avión que se cayó y que ellos dos fueron de los pocos que sobrevivieron?”), con los que se arrepiente no haberse fotografiado. También recuerda que George Best solía veranear en Magaluf y que las bacanales que montaba el red devil norirlandés, uno de los futbolistas más talentosos de todos los tiempos, poco tienen que envidiar a la imagen de desenfreno que exporta esta localidad costera de Mallorca. Y tampoco puede olvidarse del día que echó una pachanguita con el Ajax durante una concentración que hicieron los holandeses en la isla poco antes de levantar la primera de las tres Copas de Europa que ganaron con Johan Cruyff como máxima estrella. En otro picado, como llaman los argentinos a los amistosos informales, el Son Rapinya, donde Pepe jugaba, empató a dos contra el Hamburgo juvenil. Los alemanes no les metieron más porque se asustaron de unos curritos que repartían mucha leña en cuanto les intentaban regatear. Eran otros tiempos.

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Pepe había disfrutado con el Real de Puskas, Di Stéfano y Gento, pero confiesa ser “un poquito del Atleti en aquellos años”. “Cuando perdieron la final de la Copa de Europa contra el Bayern, lloré. Creo que fue un tongo. El Atlético se merecía ganarla. Aún me acuerdo del gol de falta que le clavó Luis Aragonés a Maier, que era el mejor portero del mundo”. Sin embargo, la amistad que hizo con Pirri y Zoco, clientes habituales del Sorrento, le alejó de las tentaciones rojiblancas. Años después se instaló en Ibiza con su familia y Ca’n Tixedó se convirtió en un local de referencia para ver los partidos más calientes de la Liga española. “El aficionado de los ochenta y los noventa vivía los partidos con más tensión que ahora. Había menos programas deportivos, no teníamos internet, solamente se podía ver un partido a la semana… Uno esperaba con más ansias que llegara un Madrid-Barça”, dice.

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Harto de los disturbios que se producían cuando jugaban los dos equipos más potentes de España, decidió convertir su negocio en peña madridista y servir a una afición monocolor. Una placa recuerda la efeméride: el 17 de julio de 1999, el Barbas entró en un universo peñista que reúne actualmente a más de 2.000 agrupaciones solamente en España. “En todas las peñas me conocen”, dice orgulloso un tipo al que la tele le ha hecho conocido en el extranjero. Pepe suele ser presa fácil de los reporteros de televisión que cubren los desplazamientos del Madrid en Europa. Ha estado en las finales de Ámsterdam (1998), París (2000) y Milán (2016) y es un habitual de los reportajes previos, siempre acompañado por su poncho y su sombrero mexicano. Su atuendo le hermana con los aficionados aztecas con los que coindice cuando se deja caer por la grada del Bernabéu. Muchos se piensan que Pepe es un compatriota y uno le regaló una careta de lucha libre con el escudo del Real bordado en la frente.

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Fotografiarse con seguidores del Barça no le gusta, a menos que le dejen tapar el escudo culé con su capa. En cambio, no le hace ascos a los aficionados del Bayern, rival histórico del Madrid en competición europea. “Siempre que he ido a Múnich me ha sacado la prensa. Allí me conocen casi más que en España”, comenta riéndose un tipo que se suma a las voces que dicen que el Madrid actual es el que mejor juego elabora desde la época de la Quinta del Buitre. Los Butragueño, Míchel o Hugo Sánchez ganaron cinco ligas seguidas, pero se les escurrió la Copa de Europa de entre los dedos. Pepe todavía se enrabieta cuando recuerda la primavera de 1988, cuando el PSV dejó sin final al Madrid por el valor doble de los goles. Luego sonríe y se le ponen los ojos un pelín vidriosos al ver en el móvil una gran jugada colectiva en el Philips Stadium que acabó en gol del Buitre una temporada después, cuando el Madrid eliminó a los holandeses antes de estrellarse contra el Milan en semifinales, otra vez.

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A Cardiff no irá “porque es un destino donde se come fatal y el alojamiento es malo”, pero el 3 de junio estará dándole al bombo en su bar mientras sus hijos, Óscar y Jose, atienden la barra y los merengues juegan contra la Juventus su decimoquinta final de Copa de Europa.

-¿Tú eres más del equipo A o del equipo B del Madrid, Pepe?

-A mí los que me gustan son Asensio, Morata, Lucas Vázquez e Isco. Con ellos en el campo es muy difícil que perdamos. ¡Corren! Y el talento que tienen Asensio e Isco no es normal. Creo que deben jugar ellos. La Juve tiene mucho mejor defensa que el Madrid y, como marquen antes, va a haber poco que hacer. Espero que Zidane le dé una oportunidad a alguno de ellos.

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